Paleontologia
Erguimientos, erecciones y rigideces
Bien, empiezo. No recuerdo qué estaría yo haciendo (o, mejor dicho, no importa), cuando caí en la cuenta de lo siguiente: una buena parte de las discusiones en dinosauriología, desde sus orígenes, se ha centrado en diversas cuestiones que, casualmente, tienen que ver con el mayor o menor erguimiento, o con la rigidez / flaccidez de diversas partes anatómicas.
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La impresión inmediatamente posterior fue una cierta sorpresa ante mi propia capacidad de abstraerme en el Mesozoico, en todo momento y en cualquier situación. Pero vayamos al grano.
La Cola
Si prestáis atención, veréis que las reconstrucciones actuales dotan a los dinosaurios de una cola bastante tiesa. En las antiguas, por el contrario, predomina la flaccidez. Saurópodos arrastrando toneladas de carne cilíndrica por el suelo; ornitópodos apoyándose cómodamente en aquello, auténticos tiranotrípodes, cangurosaurios... Un buen día, los paleontólogos se dieron cuenta de algo importante: esas enormes colas debería dejar un rastro francamente notorio entre las piernas del animal. Un pedazo de surco que, ¡sorpresa! no aparecía en el registro fósil. Además, notaron algo aún más embarazoso: no había manera de montar ciertos esqueletos con la cola fláccida... a menos que desarticulasen algunas vértebras. Varios museos habían descoyuntado esas colas, quizá porque el prejuicio pro-flaccidez había vencido al sentido común.
Posteriormente las reconstrucciones caudales atravesaron una etapa hiper-rígida, más acorde con la realidad, pero quizá un pelín exagerada. Ahora ya se han encontrado bastantes huellas de colas arrastrándose por el suelo, pero no suelen ser muy conspicuas, ni constituyen una norma. En algunos dinosaurios, como Velociraptor y su familia, aquello estaba siempre rígido y enhiesto. En otros, podía doblarse y la puntita rozaba contra el suelo a veces. No pasa nada ¿Qué hay de malo? (Todo el tiempo me estoy refiriendo, lógicamente, al rabo).
Las patas
El gran Cuvier los clasificó como reptiles, y los reptiles, pues reptan. Se arrastran como gusanos, arqueando penosamente casi todo el cuerpo, con las patas (si las tienen) extendidas hacia los lados. Como si estuvieran haciendo flexiones. Sprawling gait, que se dice en inglés. Los mamíferos no, los mamíferos somos elegantes, y solemos llevar las patas por debajo del cuerpo, sosteniéndolo sin que los codos sobresalgan hacia los lados. Caminamos con las extremidades erectas; erect gait, que dicen los angloides. Y dicha erección resulta más eficiente, en términos energéticos, cuando uno es un animal activo y tiene un cierto tamaño.
Los dinosaurios, a pesar de Cuvier y su clasificación y patatín y patatán, no andaban despatarrados como un vulgar lagarto, sino que también le daban al erect gait. De hecho, es una de las características que definen su grupo. Como era de esperar, hubo naturalistas que se empeñaron en reconstruirlos con las patas hacia afuera, pero ya se encargó alguien de ridiculizarlos.
Y, sin embargo, en el mundo dinosauriano hay algunos problemas de erección postural: es el caso de las extremidades delanteras del Triceratops y sus allegados. Los paleontólogos deseaban proporcionarles una erección total, pero el esqueleto no colaboraba; no había manera de articular rectos esos huesos. Curiosamente, los rastros fósiles atribuidos a Triceratops no encajan en absoluto con un andar semi-despatarrado de iguana; al contrario. La icnología se pelea con la osteología. Las huellas afirman ¡erección!, pero el esqueleto dice ¡no puedo!. Lo último que leí sobre este asunto es que finalmente unos paleontólogos, reinterpretando la cintura escapular del dinosaurio tricornudo, habían intentado erguir lo inerguible en medio de la polémica y el escándalo científicos.
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El cuello
Lejos quedaron aquellos bronto-cuellos de cisne. La evolución de las reconstrucciones dinosauriológicas, con la ayuda de los modelos computerizados, ha tendido a aumentar la rigidez del órgano más notorio de los saurópodos, pero también a debilitar su ángulo de erección. Así, aquella columna enhiesta que era el orgullo del Brachiosaurus de Parque Jurásico se ha inclinado hasta quedarse en unos míseros 45º ¡como mucho! El Diplodocus ya no puede elevar la cabeza a mayor altura que la de sus propios hombros; su cuello ha resultado ser horizontal y casi inflexible; ha pasado de gloriosa jirafa devoradora de árboles a postrada vaca que hoza en el suelo.
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Varios
Hay muchos otros ejemplos. Las placas del estegosaurio, firmemente erguidas, no siempre se reconstruyeron así. Y ese pedazo de hueso púbico del Archaeopteryx ¿Hacia dónde apuntaba? Los dinosaurios terópodos lo tenían bastante empinado, pero en las aves acabó yéndose hacia atrás.
¿Podían erguirse los gigantescos saurópodos sobre sus patas traseras, para alcanzar las copas de los árboles? (Algunos quizá sí, pero creo que fueran tan lerdos como los de Parque Jurásico, que elevaban toda esa enorme masa para morder luego una simple hojita).
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Brazos
Finalizo con algo que no tiene mucho que ver con la rigidez o la erección, pero me apetece comentarlo ya que nos ponemos. Cuando los paleoartistas dibujan al Velociraptor y similares, suelen colocarles las extremidades anteriores en la "posición del conejito". O sea, brazos hacia adelante, palmas hacia abajo, dedos colgando. Tocando el piano, vaya. Pero esa postura tan cursi habría obligado a los raptores a cruzar los huesos del antebrazo (nuestros radio y cúbito). Y eso era anatómicamente imposible para ellos. En realidad, cuando estaban en reposo, sus brazos se plegaban a los flancos, casi como en las aves. Y, a la hora de atacar, se desplegaban hacia adelante y las manos quedaban con las palmas enfrentadas. Como agarrándose... como sujetando... bueno, como cogiendo el tronco de un árbol. Un árbol erecto, vaya.
© El PaleFreak
2003-01-29 | Haz un comentario (hay 14)
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