Filogenia
Nuestro ancestro en el cretácico
Ya sabéis que recientemente han sido publicados imporantes hallazgos acerca del genoma del ratón en la revista Nature. Y si no lo sabéis, podríais hacerme el favor de consultar Ciencia 15 y también La Biblioteca de Babel.Los cálculos basados en relojes moleculares indican que, hace más 75 millones de años, los antepasados del hombre y el ratón común pertenecían a la misma especie. Si os lo imagináis un momento, igual os impresiona y todo. A partir de esa fecha, dicha especie se escinde y dos o más de sus poblaciones evolucionan por separado, divergiendo y produciendo nuevas especies... Hasta llegar a nuestros días, en los que uno de los descendientes (el grande y cabezón) utiliza al otro (el pequeño y dentudo) para conocerse a sí mismo.
¿Y qué aspecto tenía ese antepasado común? Podemos estar bastante seguros de que era un mamífero tirando a diminuto, al que cualquier viajero del tiempo no muy versado en zoología confundiría con un roedor. Pero no disfrutaba del eficiente aparato masticador de los roedores, ni exhibía las excentricidades de los primates. Era, seguramente, un micromamífero insectívoro "estándar", superficialmente similar a una musaraña o una zarigüeya. De un bicho así venimos. Y si a alguien le parece patético, que se vaya a hacer deporte. Este no es su sitio. Aquí respetamos a los antepasados.
Pero indaguemos más sobre del ancestro común de ratones y hombres, al que podemos llamar, por comodidad, Ramón.
¿Qué relación de parentesco tienen el resto de los mamíferos actuales con Ramón? Para averiguarlo, conviene echar mano de un cladograma. Se trata de un esquema ramificado que muestra las relaciones filogenéticas entre varias especies. Puede constituir bien una hipótesis, bien el resultado de un análisis de datos morfológicos, moleculares, genéticos, etc. Usemos, por ejemplo, este cladograma. ¿Qué nos dice? Que Ramón no sólo es el tatarabuelo de todos los roedores y primates, sino también de los elefantes, los tigres, los murciélagos, los caballos, los murciélagos, los erizos, las focas, las ballenas... en resumen: casi todos los mamíferos placentarios actuales. No están en el lote los osos hormigueros, los perezosos, los pangolines y los armadillos, que también son placentarios pero vienen de una rama algo más antigua.
Utilizando estos datos y algunos otros, si los damos por válidos aunque sólo sea temporalmente, podemos construir la siguiente historia. Ramón, decíamos, es una especie de mamífero pequeño, corriente y moliente, como es usual en el Cretácico. Como todos los de su época, vive "acongojado" a causa de los malvados dinosaurios que se dedican a depredarlo. A pesar de ello, a Ramón no le va mal, y antes de que los dinosaurios se extingan ya se ha diversificado en una gran variedad de especies de mamíferos, también pequeños, corrientes y molientes. Afortunadamente, los "hijos" de Ramón sobreviven a la extinción masiva que sacudió el mundo a finales del Cretácico (Al menos algunas de aquellas especies lograron pasar. Y también pasaron los antepasados de los marsupiales y monotremas actuales).
A continuación tuvo lugar una veloz radiación adaptativa: los descendientes de Ramón sufrieron transformaciones evolutivas impresionantes: se adaptaron al medio aéreo, al arbóreo, al acuático, se convirtieron en veloces corredores, cazadores mortíferos, enormes herbívoros. Desarrollaron las conductas más complejas y los mayores cerebros de la historia de la vida...
¡Menudo era el Ramón éste!
© El Paleo-freak
2002-12-14 | Haz un comentario (hay 10)
Etiquetas:
Tuitear