Tomemos estas dos series de seis números:
1, 2, 3, 5, 7, 11
3, 12, 25, 36, 42, 46
La primera de ellas está formada por los primeros números primos, mientras que la segunda está formada por seis números elegidos aleatoriamente. Si jugamos a la lotería primitiva con alguna asiduidad, podemos comprobar que la mayoría de las combinaciones ganadoras se "parecen" a la segunda hipótesis, es decir, no podemos establecer ninguna relación sencilla entre las cifras. No obstante, ambas series tienen absolutamente la misma probabilidad de resultar ganadoras. Si se trata de la segunda serie, los periódicos la recogerán en el espacio que habitualmente dedican al asunto, pero, si resultara ganadora la primera, estoy seguro de que merecería amplios comentarios por parte de magufos varios sobre tan "inesperado" fenómeno primo. Y no quiero pensar lo que pasaría si resultase ganadora la serie:
6, 9, 16, 26, 36, 46
Seguro que muchos ven en ella el advenimiento del maligno. No en vano, el 666 es el número de la bestia; una combinación así indicaría que el final de los tiempos y demás catástrofes bíblicas se ciernen sobre nosotros.
No obstante, para espanto de magufos y tranquilidad del personal, es necesario precisar que esta última combinación tiene también la misma probabilidad de resultar ganadora que las dos precedentes. Es nuestro cerebro el que tiende a establecer relaciones entre fenómenos no relacionados y el que nos hace percibir como más probables algunos eventos que en realidad no lo son.
Con esta premisa, ¿cuál es la probabilidad que la vida hubiera surgido en el "caldo primordial"? ¿No sería la misma de que la combinación 1, 2, 3, 5, 7, 11 resultara ganadora en la lotería primitiva?
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